
Me asomo a la ventana y me pregunto si seré la chica de ayer.
O quizá la de mañana,
la de pasado
y, ojalá, que la de todos los días.
Busco la respuesta en el Penta y no la encuentro.
Fue allí donde te encontré a ti,
tenías pinta de llevar algunas cañas de más
y sonreías,
porque sí.
Sonrisa tímida,
ojos oscuros.
Un primer vino y una caña en Libertad 8.
Y así siguió todo.
“Ahora ponme un botellín y para ella otro Ribera”, en el Intruso.
Y así siguió todo.
De garito en garito
siguió todo.
Y así.
“Sabes a vino”, dijiste.
“Mañana será otro día”, pensé.
Ambos seremos los chicos de ayer.
Despierto envuelta en la resaca
y me siento Mecano, tan “hoy no me puedo levantar”.
Es un día cualquiera y no se qué hora es,
y ahora mi cabeza da vueltas persiguiéndote.
Paula Pastor.