
Y cuando creía haberte olvidado, algo me sorprendió.
El aire me supo a ti.
El frío me recordó que ya no estabas ahí para abrazarme, y las noches me hacían pensar constantemente en tu lunar.
La mirada inocente de aquel niño se me había clavado en los huesos y ni por las malas me iba a abandonar; aunque a decir verdad, tampoco es que yo tuviera especial interés en ello.
Supuse que no se acordaría de mí. Pero seguí buscándole con la mirada perdida entre la gente y la cabeza bien alta, como quien no se rinde aun sabiendo que tiene todas las de perder.
Paula Pastor.